De espaldas a la realidad
La política institucional del Ejército colombiano de conteo
de cuerpos, sumada a la política de incentivos y la constante presión que
ejercieron los comandantes sobre sus subordinados para obtener muertos “en
combate", a la que es necesario sumar la estigmatización de la población
civil son la explicación mínima para que en Colombia hubieran ocurrido un sin
número de “falsos positivos”.
Para la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz), la
evidencia indica que los militares imputados son penalmente responsables del
crimen de guerra de homicidio en persona protegida y los crímenes de lesa
humanidad de asesinato y desaparición forzada, conforme al Código Penal
Colombiano como al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Los
magistrados de la Sala de Reconocimiento concluyen que quienes a la fecha han
comparecido actuaron siendo conscientes de que estos delitos se cometían como
parte de un ataque generalizado y sistemático contra la población civil, razón
por la cual también existen bases para determinar que son responsables de
crímenes de lesa humanidad.
La justicia ordinaria, agrupa 120 asesinatos y 24
desapariciones forzadas y se concentra en esclarecer el patrón macro-criminal
encontrado, así como las causas y factores críticos que dieron lugar a este
fenómeno y en los máximos responsables. Las investigaciones judiciales, medidas
de aseguramiento y condenas decretadas por la jurisdicción ordinaria obraron
como incentivos para contribuir al esclarecimiento de la verdad por parte de
los comparecientes.
A partir de la contrastación judicial y el análisis del
acervo probatorio del caso, la Sala de Reconocimiento de la JEP estableció que
los asesinatos y las desapariciones forzadas se inscriben en un mismo patrón
macro-criminal. Estos graves crímenes fueron cometidos por miembros de la
Brigada Móvil 15 (BRIM15) y del Batallón de Infantería No. 15 'General
Francisco de Paula Santander' (BISAN) en el marco de un mismo plan criminal y
con división del trabajo, en un territorio determinado y en un mismo período de
tiempo.
Los comandantes y miembros más importantes del estado mayor
y la plana mayor de la BRIM15 y del BISA) se asociaron con otros oficiales,
suboficiales y soldados, con objetivos compartidos y un plan criminal común,
que idearon y llevaron a cabo distribuyéndose las tareas entre sí y
aprovechando sus posiciones de mando, sus facultades, poderes legales y los
procedimientos y recursos públicos.
La doctrina militar, el derecho operacional y los
procedimientos burocráticos internos fueron usados para asegurar la planeación,
ejecución y el encubrimiento de estos graves crímenes. Los recursos
institucionales -humanos, económicos y bélicos- fueron aprovechados para
producir las muertes ilegítimas. Los máximos responsables aseguraron el
respaldo institucional a su actuar criminal al hacer un uso acomodado de los
conductos institucionales militares durante la planeación, ejecución y reporte
de operaciones militares.
Las 120 víctimas asesinadas tienen un perfil semejante y se
repite un mismo modus operandi. No se trataba de hechos aislados o de una
repetición accidental. Las desapariciones forzadas y asesinatos probados tenían
las mismas características y una misma finalidad: responder a la presión por
“bajas" a “como diera lugar" y así satisfacer el indicador oficial
del éxito militar en el marco de la política institucional del conteo de cuerpos.
Los incentivos para cumplir con este indicador de éxito militar, como las
felicitaciones, medallas, permisos y planes vacacionales, también tuvieron un
papel importante en las motivaciones de los perpetradores de los crímenes.
Apropiación artística de fotografía original de Reuter; tríptico
de 270 x 75 centímetros, (Bogotá, Colombia, 02/12/2019) obras de Manuel Antonio
Velandia Mora realizadas para este proyecto. Velandia es Ganador de la Beca
Idartes de apropiación de Bogotá Diversa dirigida a los sectores sociales en la
categoría víctimas del conflicto armado colombiano.
Back to
reality
The
institutional policy of the Colombian Army to count bodies, added to the policy
of incentives and the constant pressure exerted by the commanders on their
subordinates to obtain deaths "in combat", to which it is necessary
to add the stigmatization of the civilian population are the minimal
explanation for a number of "false positives" having occurred in
Colombia.
For the JEP
(Special Jurisdiction for Peace), the evidence indicates that the accused
soldiers are criminally responsible for the war crime of homicide of a
protected person and the crimes against humanity of murder and forced
disappearance, in accordance with the Colombian Penal Code as well as the
Statute of Rome of the International Criminal Court. The judges of the Chamber
of Recognition conclude that those who have appeared to date acted being aware
that these crimes were committed as part of a generalized and systematic attack
against the civilian population, which is why there are also bases to determine
that they are responsible for Crimes against humanity.
Ordinary
justice, groups 120 murders and 24 forced disappearances and focuses on
clarifying the macro-criminal pattern found, as well as the causes and critical
factors that gave rise to this phenomenon and those most responsible. The
judicial investigations, security measures and sentences decreed by the
ordinary jurisdiction acted as incentives to contribute to the clarification of
the truth by those appearing.
Based on
the judicial comparison and the analysis of the body of evidence in the case,
the JEP Recognition Chamber established that the murders and forced
disappearances are part of the same macro-criminal pattern. These serious
crimes were committed by members of the Mobile Brigade 15 (BRIM15) and the
Infantry Battalion No. 15 'General Francisco de Paula Santander' (BISAN) within
the framework of the same criminal plan and division of labor, in a territory
determined and in the same period.
The
commanders and most important members of the staff and the staff of the BRIM15
and the BISA) associated with other officers, non-commissioned officers, and
soldiers, with shared objectives and a common criminal plan, who devised and
carried out distributing the tasks among themselves. and taking advantage of
their positions of command, their faculties, legal powers, and public
procedures and resources.
Military
doctrine, operational law, and internal bureaucratic procedures were used to
ensure the planning, execution, and cover-up of these serious crimes.
Institutional resources -human, economic and warfare- were used to produce the
illegitimate deaths. The highest officials ensured institutional support for
their criminal actions by making appropriate use of military institutional
channels during the planning, execution, and reporting of military operations.
The 120
murdered victims have a similar profile, and the same modus operandi is
repeated. These were not isolated events or an accidental repetition. The
forced disappearances and proven murders had the same characteristics and the
same purpose: to respond to the pressure for "casualties" "at
any cost" and thus satisfy the official indicator of military success
within the framework of the institutional policy of counting bodies. Incentives
to meet this indicator of military success, such as congratulations, medals,
permits, and vacation plans, also played an important role in motivating the
perpetrators of the crimes.
Artistic
appropriation of original Reuters photograph; triptych of 270 x 75 centimeters
(Bogotá, Colombia, 12/02/2019) works by Manuel Antonio Velandia Mora made for
this project. Velandia is the Winner of the Idartes Scholarship for
appropriation of Bogotá Diverse aimed at the social sectors in the category of
victims of the Colombian armed conflict.
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